El taller de canto El lazo sonoro (De Zingende Brug o Die Klingende Brucke en dos de sus idiomas de origen) está conformado por mujeres y varones de Bélgica, Alemania, Países Bajos, Inglaterra, Francia, Portugal, Suecia y Suiza.
Están unid@s por las ganas de cantar y el gusto por la música folklórica de cualquier parte del mundo. Se reúnen una vez al mes en los países en que tienen más miembros y una vez al año en alguna ciudad europea, para ensayar y preparar las nuevas canciones. Hacen viajes de estudio e intercambio a distintos lugares del mundo.
En esta ocasión llegaron hasta Argentina, visitaron Buenos Aires y recorrerán durante 15 dias Santiago del Estero, Atamisqui, Tucumán, Cafayate, Jujuy, Tilcara, Purmamarca, Humahuaca y Salta, para conocer de cerca las raíces de las muchas canciones del folklore argentino y sudamericano que tienen en su repertorio.
En Buenos Aires, la noche del 14 de agosto, Coronostro se encontró con El Lazo Sonoro. Cantamos, comimos, bailamos, bebimos, reímos, nos entendimos en diversos lenguajes verbales y gestuales.
Los sonidos se fundieron y los lazos se reforzaron. Fue una experiencia hermosa, como todas las que llegan de la mano de la música. Una noche naranja.
Están unid@s por las ganas de cantar y el gusto por la música folklórica de cualquier parte del mundo. Se reúnen una vez al mes en los países en que tienen más miembros y una vez al año en alguna ciudad europea, para ensayar y preparar las nuevas canciones. Hacen viajes de estudio e intercambio a distintos lugares del mundo.
En esta ocasión llegaron hasta Argentina, visitaron Buenos Aires y recorrerán durante 15 dias Santiago del Estero, Atamisqui, Tucumán, Cafayate, Jujuy, Tilcara, Purmamarca, Humahuaca y Salta, para conocer de cerca las raíces de las muchas canciones del folklore argentino y sudamericano que tienen en su repertorio.
En Buenos Aires, la noche del 14 de agosto, Coronostro se encontró con El Lazo Sonoro. Cantamos, comimos, bailamos, bebimos, reímos, nos entendimos en diversos lenguajes verbales y gestuales.
Los sonidos se fundieron y los lazos se reforzaron. Fue una experiencia hermosa, como todas las que llegan de la mano de la música. Una noche naranja.
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